La circulación de saberes en torno al embarazo de mujeres alteñas (Estudio)

¿Qué cambios existen en la cotidianidad de una mujer que lleva un embarazo? La pregunta se abre a un abanico de actores y a una serie de aristas temáticas que involucran tanto la presencia del sistema estatal de salud como de factores socio-culturales que entablan distintas relaciones. La antropóloga Amélie Aubert estudia este tema en la ciudad de El Alto.

Amélie Aubert Plard es doctorante en antropología de la Universidad París Ouest Nanterre, asociada al Laboratorio de Etnología y Sociología Comparativa (LESC), al grupo Patrimonios Locales y Gobernanza del Instituto de Investigación para el Desarrollo (PALOC-IRD) y al Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA). En esta investigación, además, está vinculada a la empresa francesa Nutriset, especializada en suplementos alimenticios para niños en estado de malnutrición, que le ha encomendado trabajar el tema.

“La empresa (Nutriset) no conoce el contexto sudamericano, y se interesa en la problemática de la desnutrición crónica. Como en Bolivia hay tasas altas, quería tener una idea de las representaciones y prácticas en torno a la alimentación y a la salud de las mujeres embarazadas y de los niños menores de dos años. Ésa era la comanda”, dice Aubert, cuyo trabajo de campo se desarrolló también en la zona alteña Santa Rosa de Lima, más precisamente en el barrio Solidaridad.

Embarazos en El AltoPero la antropóloga replanteó con libertad su tema de investigación, y actualmente estudia la circulación de saberes en torno a las mujeres que atraviesan un embarazo en la ciudad de El Alto. El trabajo empezó por identificar a los actores involucrados en el proceso del embarazo, a los miembros de la familia, amigos o vecinos que se interesan en el embarazo de la mujer; posteriormente se concentró en los profesionales de salud comprometidos, como el ginecólogo, el médico generalista, la enfermera o las parteras cuya presencia es común; y pasó a identificar a los actores de las organizaciones no gubernamentales y de las instituciones internacionales interesados en la salud materna.

En una segunda etapa avanzó en recoger testimonios de cada uno de los actores sobre esa época del embarazo. La idea era saber los criterios de los actores acerca de cómo se debe vivir un embarazo “normal”, si la mujer debe cambiar su alimentación, si es una época de cambio (o no), qué realmente cambia en la vida cotidiana, si aparecen nuevos retos de salud sanitarios, si se reorganiza el espacio doméstico, cómo recibe la mujer embarazada todas esas influencias y de qué manera hace sus propias elecciones frente a este panorama.

“Lo que he podido ver es que hay un conflicto entre lo que dice la mamá de la mujer embarazada, la abuela, y lo que dice el médico –dice Aubert... Es que ambos no dicen la misma cosa. La mamá (de la mujer embarazada) tiene una influencia muy importante, ella es el saber de la vida doméstica. Pero en el contexto urbano de El Alto es una mezcla de muchas generaciones, influencias, entre las tradiciones que vienen del campo, lo que se escucha en Internet, en la tv. Creo que es difícil para algunas mamás saber qué hacer, qué no hacer, para ellas el embarazo es tan normal”.

El trabajo de campo se desarrolló con base en la observación por seis meses en el Hospital Corea para seguir los controles prenatales, partos, controles del puerperio de las mujeres que acuden a esas consultas, y conocer la relación médico-paciente. “Además hice entrevistas con cada uno de los profesionales, ginecólogos, enfermeras, auxiliares de enfermería, con las mujeres, la familia, el esposo, la abuela materna”, dice.

La antropóloga explica que su trabajo en establecimientos de salud finalmente la llevó a indagar también en el sistema de salud, y en su funcionamiento cotidiano como servicio específico. La investigación también profundizó en el proceso que existe alrededor del Bono Juana Azurduy y está comenzando a conocer el proceso de Mi Salud. La idea es ver, dice Aubert, si este programa (Mi Salud) cambia o no la relación médico-paciente para convertirse en más comunitaria, más intercultural, y poder comparar posteriormente con la atención en el centro de salud o en el hospital.

“Me pregunto –explica-- cómo va a llegar hasta las mujeres embarazadas (el programa), y si van a promover el control prenatal de la misma manera que se hace en los centros de salud o en torno al bono Juana Azurduy, o van a respetar realmente a la mujer y su decisión (por ejemplo) si quiere ver a su partera… No sé realmente si va a cambiar o no esa relación, y si van a escuchar más a la paciente, no he empezado el trabajo de campo”.// PIEB (BO)

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