Comida: 10 chicharronerías atienden en El Alto al estilo valluno

Sobre la carretera La Paz-Oruro, en la zona Las Retamas, a la altura del cruce a Ventilla, funcionan 10 chicharronerías al estilo cochabambino, con peroles enormes sobre leña, venta de chicha y oferta de juegos como la rayuela.

Estos locales, ubicados al aire libre y a una distancia de 70 metros de la carretera, atienden los sábados y domingos, entre las 09.00 y las 19.00, al son de cumbias de moda que hacen vibrar los altoparlantes.

El valor de un plato de chicharrón varía de acuerdo a la cantidad. Así se puede consumir desde los 35 a 50 bolivianos los platos individuales, y hasta 100 bolivianos los denominados familiares, que pueden alimentar a cuatro o cinco personas.

El plato consta de carne de cerdo, mote, choclo que se suprime en algunos lugares, papa, plátano de freír (conocido como postre en el altiplano) y la infaltable llajua.

En estos lugares la gente puede jugar cacho y la famosa rayuela, que es una caja cuadrada con un orificio en el centro donde se deben lanzar monedas o tejos con el objetivo de introducirlos a cambio de un puntaje. Quien logre aproximarse tiene más puntos y el ganador será el que logre meter la moneda en el hueco.

Algunos de estos locales consiguieron jóvenes cholitas cochabambinas para que preparen los platos y como una de los atracciones.

“Ellas conocen sobre cómo se prepara, por eso las hemos traído y nos ha dado muy buenos resultados.  Tienen una buena mano, además son simpáticas y eso atrae a los clientes”, expresó Alberto Mamani Cuéllar, propietario de La Estancia.

El primer puesto de venta de chicharrón al estilo cochabambino en este sector de El Alto se instaló el 2005. El propietario es Freddy Guzmán, nacido en Ayopaya y radicado en la ciudad de El Alto. Él, su esposa y sus dos hijas son de Cochabamba y vieron en esta ciudad una oportunidad para poder abrir este negocio.

Al inicio sólo él y su esposa preparaban los platos y atendían a los clientes, poco a poco fue creciendo el negocio, hoy en la actualidad tiene ocho empleados, entre ellos sus dos hijas que le colaboran en la atención y la cobranza, uno en la limpieza, en el preparado de la carne.
Clientes. El propietario asegura que en un sólo día unas 500 personas se aproximan a sus negocios  para degustar los chicharrones cochabambinos.

La gente prefiere no utilizar cubiertos pese a que se les proporciona, pues aseguran que de esa manera se puede saborear mejor la comida.

Ellos también pueden pedir chicha que se trae preferentemente de Ayopaya y Clisa. La jarra de dos litros cuesta 22 y 25 bolivianos, la que se sirve en tutumas. También hay gaseosas y cerveza.

Los propietarios aseguraron las bebidas alcohólicas son sólo para acompañar el plato no para emborracharse. Todos los locales instalaron tienen altoparlantes en los que suena música folklórica.

La carne se compra un día antes y despedazada para agilizar la condimentación. El tiempo de preparación y cocción del chicharrón es de 6 horas, comienza a las 03.00 de la madrugada y los primeros platos están listos a las 09.00.

Utilizan dos o tres pailas (fuentes grandes) sobre dos turriles adaptados que hacen de hornillas que funcionan a leña.

Por día utilizan entre cinco y siete arrobas de leña, dependiendo la demanda. El precio de la arroba es de siete y 10 bolivianos, por lo que el monto de este insumo se eleva a 70 bolivianos por día.

El primero se abrió el año 2005
Freddy Guzmán, nacido en Ayopaya y radicado en la ciudad de El Alto, fue la primera persona que instaló una chicharronería en la zona Las Retamas, en el cruce a Ventilla, sobre la carretera a La Paz-Oruro. Lo hizo el 2005 y sólo con la ayuda de su esposa, con el transcurrir del tiempo aparecieron hasta 10 locales.

La Intendencia controlará
La Intendencia Municipal de la Alcaldía de El Alto realizarán controles en la zona Las Retamas, donde proliferan la venta de chicharrones cochabambinos al aire libre, para verificar higiene y licencias de funcionamiento.

El intendente José Luis Assaf sostuvo que ningún comercio de esta urbe tiene la autorización para exceder el espacio asignado como negocio cuando obtuvieron la licencia.

“El problema es que abren una tienda o espacio comercial y luego avanzan hasta las aceras e incluso hasta la calle, esto se debe normar de una buena vez en nuestra ciudad”.

Sostuvo que en los operativos anunciados se controlará el material con el que trabajan las cocineras, meseros, cajeros y los mismos administradores.

La autoridad explicó que la población debe exigir que se les atienda con guantes, gorros, mandiles y que quienes cobran no tengan contacto con la comida.

El pasado fin de semana, la Intendencia clausuró media docena de lechonerías por falta de licencia de funcionamiento e inadecuado proceso de preparación de alimentos.

“Efectuamos inspección a ocho negocios, de estos cerramos seis lechonerías, porque ninguna contaba con sus documentos legales, tampoco tenían las condiciones adecuadas para el procesamiento de alimentos e higiene. En uno de ellos la cocina tenía  comida guardada, una casa de perro, no había baños y el techo del horno estaba quemado y se desprendía yeso”, relató el Intendente Municipal.// La Razón

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