Comenzaron con dos puestos el año 2001 y ahora tienen 10 locales
Los denominados “hornitos” de la ciudad de El Alto, que están ubicados en la carreta a Viacha y avenida Litoral y que venden lechón y pollo, se expanden de los dos iniciales el 2001 a 10 en la actualidad.
Un año después de su apertura, tropezaron con el problema de que no contaban con licencia de funcionamiento y fueron catalogados por la Alcaldía como riesgosas para los clientes. La gestión de José Luis Paredes los demolió con tractores.
Pero pese a que están en vía pública y expuestos al polvo, en vez de desaparecer, se han expandido. La ingeniera técnica en inocuidad alimentaria de la Intendencia Municipal, Mayerlin Alipaz, manifestó que los dueños de estos establecimientos deben regularizar sus documentos y observar un procesamiento de alimentos e higiene adecuados.
“La proliferación de estos negocios hace que el control sea más complicado, porque además de expandirse lo hacen de manera irregular y sin las condiciones mínimas de higiene y atención adecuada al cliente”.
En este sector se vende chancho, pollo y llama al horno de barro, que funciona con leña. A diferencia de las chicharronerías cochabambinas, éstas funcionan todos los días de 09.00 a 17.00.
Los hornos de barro y ladrillo gambote tienen fierros en T y angulares en su interior para soportar las latas. Sus puertas son de plancha, lo mismo que las bandejas para hornear.
El plato de lechón de pollo cuesta 15 bolivianos y el de chancho 18 bolivianos y los mixtos entre 25 y 30 bolivianos.
Cada lechonería tiene una capacidad mínima para 50 personas. Los fines de semana este número se triplica, pues allí llegan en motorizados desde distintos puntos de La Paz y El Alto.// La Razón
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