La Paz: Vecinos denuncian intimidación y robos de cuadrillas de indigentes

Actúan en grupo y con frecuencia apelan a la intimidación. Roban celulares y carteras, refrescos y bolsas de comestibles de los puestos callejeros, delitos menores que cometen cuadrillas de indigentes por lo general al influjo del alcohol o las drogas. Viven en la calle y para no estar solos comparten con otros de su misma condición. En la ciudad de La Paz hay cerca de 1.780 personas en situación de calle, según un estudio efectuado en 2010 por el Centro de Rehabilitación Misión Global Peniel.

Ni el Gobierno Municipal de La Paz ni la Gobernación ni la Policía tienen un registro y los dos primeros tampoco desarrollaron estrategias para resolver este problema de raíz, labor que es encarada por organizaciones no gubernamentales o religiosas. Según Misión Global Peniel, institución filantrópica sin fines de lucro, con 26 años de experiencia en la rehabilitación y reinserción de alcohólicos y drogadictos, del total arriba citado, 700 son mujeres y 1.080 varones.

Blog de La Paz, BoliviaSu edad promedio es de 20 a 30 años. “Pero ahora se ven adolescentes e incluso niños. Del 100%, por lo menos 700 eran menores de edad”, dice Valentín Copa, director de la misión. Estos grupos son nómadas y viven por temporadas en los barrios de La Paz hasta que la queja de los vecinos obliga a la Policía a trasladarlos a otro lugar.

Delitos. Las cuadrillas tienen 10, 15, 20 hasta 30 integrantes y normalmente caminan con perros. Pedir limosna y amenazar a quien se las niega, luego de haberlo rodeado, es una de las formas en las que operan, de día o de noche, según vecinos y la División Propiedades de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de La Paz.

Por las noches sus víctimas son los descuidados que hablan por teléfono móvil mientras caminan. “Siempre  tuvieron contacto con el mundo delincuencial, incluso fueron parte de alguna banda de malhechores”, informa el teniente Erick Salas, jefe de la división policial ya citada.

Algunas cuadrillas utilizan improvisadas armas punzocortantes, como pedazos de vidrio o de metal. “Por semana llegamos (a registrar) de cinco a diez denuncias contra indigentes. Son robos de cuantía mínima que sirven para solventar su vicio. El 70% de lo que obtienen es para comprar alcohol y con el restante 30%, thinner y drogas”, agrega.

Una vez que cometen el atraco, venden lo obtenido a “Los Albertos”, como se conoce en la jerga policial a los traficantes de objetos robados. “Confidencialmente me dicen ‘tengo que robar para subsistir. De dónde voy a sacar dinero’, por lo que aprovechan los ‘tubos’ como llaman a los celulares”, refiere Copa.

La Razón realizó un recorrido nocturno la noche del miércoles  por la zona Central, Sur y Norte de la ciudad y encontró a dos de estas comunidades en estado de ebriedad. La primera, integrada por entre seis y siete personas, estaba apostada en inmediaciones del mercado The Strongest, en Tembladerani, y la otra, en la plaza Héroes del Chaco, al ingreso a la autopista La Paz-El Alto.

“Normalmente caminan desde las 22.00. Me robaron bolsas de pasankallas varias veces. Yo sólo gano centavos, pero qué podemos hacer”, señala Sebastián Flores, quien tiene un puesto de venta en la avenida Perú. Sandra H., comerciante nocturna de dulces en la plaza Eguino, cuenta que  también despojan a sus víctimas de sus chamarras, abrigos y zapatos.  “Me dicen la ‘tía mala’ porque agarro un palo y los alejo. La Policía viene a rondar, pero ellos aparecen y desaparecen rápido”.

Cuando La Razón halló el primer tropel, integrado sólo por adultos, ellos jugaban y se hacían reclamos en broma. Acostumbrada a su presencia, la gente caminaba sin temor, aunque tomaba otro rumbo cuando comenzaban a pelear y alzar la voz.  Unos diez minutos más tarde  llegó una unidad de la Patrulla de Auxilio Ciudadano (PAC) y les pidió que circulen. Un conductor denunció que su vehículo fue golpeado por una mujer del grupo. 

“Lamentablemente están por toda la urbe, hasta en lugares donde antes no se veía, como en la zona Sur. Permanecen en la Garita de Lima, en la zona del Cementerio, en la del Rosario o la Pérez Velasco. Cuando vamos a despejar el lugar, se dispersan y molestan a los transeúntes”, sostiene la subteniente Karen Rodríguez, de Radio Patrullas 110.

Fracasos. Según Felix Álvarez, encargado de admisión de internos de Remar Bolivia —organización no gubernamental cuya sigla significa Rehabilitación y Reinserción de Marginados—, el año pasado trataron a cerca de 20 de estas personas que solicitaron ayuda por voluntad propia; sin embargo, luego abandonaron los albergues y el tratamiento.

“Vuelven a recaer. Atendemos incluso a aquellos que son enviados por los juzgados a las cárceles por cometer delitos. Si vuelven a reincidir, los llevan a prisión. También voluntarios los traen a rehabilitación”.

En el recorrido, La Razón encontró a otro grupo. Sus miembros estaban sentados en las gradas que conectan El Prado con la calle México. La vendedora Roxana Flores manifiesta que para dormir se echan entre las plantas de las jardineras y se cubren del frío con frazadas, bolsas plásticas y cartones. “El domingo son más. Por la tarde vienen como 20, incluso mujeres con sus bebés, y se drogan. Dan pena”.

El Hogar San Vicente, institución perteneciente a la Asociación Papa Juan XXIII, trabaja con indigentes y su director, Aldo Rodríguez, explica que detrás de estos hombres y mujeres hay problemas económicos y familiares. “Se trata de una enfermedad mental. De 800 que atendimos en 2012, unos diez se rehabilitaron”.

Rubén Cruz, vecino de la zona IV Centenario, se comunicó con este medio casi al cierre de la edición para dar a conocer su preocupación por otro grupo, apostado en la cancha Carlos Gardel, que se dedica a sustraer mochilas y carteras.

Cajeros y árboles les dan cobijo

Los indigentes se albergan debajo de árboles para resguardarse del frío y las lluvias, además de los cajeros automáticos y debajo de los puentes. “También eligen terrenos baldíos, huecos, plazas, parques, pero van cambiando constantemente de lugar”, explica el teniente Erick Salas, jefe de la División Propiedades de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC).

Nemesia Paco: ‘Salen a partir de las 22.30’

Desde las 22.30 salen, entre dos a tres voltean a una persona y le roban su celular u otra cosa. Vi que a un señor dos chicos le atracaron cerca de la Vita y la gente sólo mira, lamentablemente ese momento no había ningún policía. Basta que cierren las tiendas y esto ya queda vacío, siempre me voy acompañada. Nemesia Paco, vendedora de cotillones en la Illampu

Teodoro Choque: ‘Guardaba el minibús y lo golpearon’

Mi chofer guardaba el minibús en el garaje y una señora entró y golpeó (el vehículo), por eso se desprendió parte de la masilla de la parte delantera. Es la primera vez que me pasa esto, ahora la reposición debe costar cerca de Bs 80. Siempre caminan por aquí (mercado The Strongest). Teodoro Choque, del sindicato 16 de Julio

Damiana Mamani: ‘A veces se alzan los refrescos’ sin pagar”

A veces se alzan los refrescos sin pagar y, para que no vuelva a pasar otra vez, controlo por la ventana de este kiosco. Ellos no vienen muy seguido por aquí, rara vez los veo. La última vez que me pasó lo de la botella fue hace dos semanas, a eso de las 18.00. Comerciante minorista de la plaza Riosinho

Rubén Cruz: ‘Los niños son nuestra preocupación’

Eran como 15 y ahora son más de 30. Hay varones, mujeres y gente de todo tipo. Salen desde las 19.00 o 20.00, beben en el día en la cancha Gardel, ya están como cuatro años por aquí. Los niños son nuestra preocupación, hay colegios cerca y se llevan mochilas. No queremos que pase algo. Vecino de la zona IV Centenario.// La Razón

Publicar un comentario

0 Comentarios