Primitiva teje con la actitud de hacer algo trascendental. Frente a ella está la imagen de un tejido antiquísimo, que ella mira de rato en rato para guiarse en su faena. Se dedica a este ámbito desde que tiene memoria . "Es de familia”, comenta, pero desde hace 20 años produce réplicas de tejidos. "Es como falsificar un billete”, se escucha en el taller donde ella mueve las manos con cierta diligencia estudiada.
Esta mujer es una de las tejedoras de El Alto que se dedican a fabricar copias de tejidos ancestrales, un ámbito donde el duplicado vale desde los 500 hasta los 2.000 dólares, en función del tamaño y las formas del diseño.
Los tejedores que se dedican a esta labor fabrican las copias a partir de fotografías, ya sea las imágenes que les llevan los eventuales clientes o las que ellos ofertan de los libros que ostentan sobre la temática, los cuales tratan de ese arte en Bolivia y que se editaron en el exterior, como Aymara Weavings, Ceremonial Textiles of Colonial and 19th Century Bolivia, Historic Aymara Textiles y Traditional Textiles Of The Andes.
"Estamos haciendo réplicas de los tejidos de antes y lo hacemos como se hacía el teñido, con tintes naturales”, arguye Cristina Jurado, tejedora, y quien está en este sector desde hace 35 años.
La génesis de este proceso -según se comprende de las consultas a los protagonistas- está por un lado en la demanda de coleccionistas y turistas por tejidos originales y, por el otro, en la inventiva de los tejedores para captar ese requerimiento y convertir la fabricación de duplicados en una oportunidad de negocio.
Daniel Férnandez, el tejedor más destacado en hacer réplicas, relata que se interesó por este tipo de trabajo cuando se dio cuenta que la gente buscaba originales a la venta, pero no los encontraba.
"Yo trabajaba en artesanía y venían las gentes coleccionistas, buscaban el tejido de colección, eso como un patrimonial”, rememora Férnandez.
Jurado relata, a su vez, que empezó a elaborar este tipo de productos cuando adquirió "un libro grande”, de donde comenzó a copiar los diseños. Agrega: "Todo eso hemos empezado a hacer de los libros”.
El circuito entre los interesados y los productores es informal y se da a través de contactos, principalmente -según Férnandez- con personas cercanas a museos, quienes hacen el vínculo entre los interesados y fabrican este tipo de productos.
"Hay gente que viene con su foto, vienen del museo... como en el museo tienen tejidos antiguos. Entonces, deben preguntar ‘¿dónde puedo conseguir igualito?’. Mi amigo es del museo, me llama y me contactan”, comenta el especialista.
El proceso de producción de una réplica puede durar hasta tres meses debido a la cantidad de "figuras” que pueda tener el original; a diferencia de un tejido "contemporáneo” que puede terminarse en menos de tres semanas, comentan los tejedores.
"El precio de un tejido depende del tamaño y de que sea más antiguo, puede costar más”, explica el tejedor Damian Flores.
Dentro de la producción de este tipo de lienzos están las fases del hilado, el teñido y el proceso de tramado en el telar, un mecanismo de madera donde se da forma al lienzo. El instrumento para tejer es un hueso de llama.
La apuesta de los tejedores está ahora también en las ventas al exterior. A principios de este año exportaron a Dinamarca el valor de 110 mil bolivianos en producto, según datos de la Fundación Feria a la Inversa, instancia que acompañó ese proceso. Además se prevé otra exportación para octubre próximo.
Daniel Fernández forma parte de un asociación llamada Huellas del Sol, conformada por al menos 20 familias que trabajan en este ámbito. En su taller, ubicado en la zona de Senkata de El Alto, tiene catálogos de museos del exterior que hablan de textiles antiguos nacionales. Daniel muestra a potenciales clientes los diseños que puede copiar, pero también -relata- lo visitan personas con fotos o postales de tejidos.
Un día visitó su casa una norteamericana. Recuerda que lo buscó y le compró una réplica en 500 dólares. La persona prometió volver y adquirirle más para abrir un museo en su terruño, Nueva York.
Encuentros para impulsar el sector
Desde 2009, el Ministerio de Culturas organiza el Encuentro de Arte Textil Indígena Originario "Tejiendo el alma de los pueblos”, una iniciativa junto con la Fundación Feria a la Inversa.
En esta actividad participan tejedores de los distintos pueblos indígenas del país. "El propósito es poner en valor la expresión cultural del arte textil de las diferentes culturas, así como institucionalizar el evento para lograr una plataforma sostenible que garantice la dinamización de la producción de tejidos”, dice una nota de prensa de esa fundación.
En 2012 se realizó en Tarabuco (Sucre) el III Encuentro de Arte Textil Indígena Originario, con la participación de 254 tejedores indígenas. Un año después, el IV Encuentro de Arte Textil, realizado también en Tarabuco, contó con la participación de 457 tejedores originarios.
Los resultados de este último encuentro muestran que en tres días los tejedores lograron ventas de textiles originarios contemporáneos en el mercado local por un valor cercano 500 mil bolivianos y exportación de manera directa de textiles indígenas por un valor mayor a los 110 mil bolivianos a Dinamarca.// Página Siete (BO)
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