Niños trabajadores que sacrifican su infancia por su familia en El Alto

El 21 por ciento de los menores de 14 años en El Alto son voceadores y trabajan hasta 10 horas al día, lo que pone en riesgo su integridad física, según un estudio del Cebiae.

Ni siquiera el dolor que siente en la espalda por el excesivo peso de la tierra que lleva en las carretillas hace que Carlos H., de 12 años, renuncie a su trabajo en una de las ladrilleras de Achocalla. Hace cuatro años que llegó a La Paz desde Oruro.

Niños en El AltoSus recuerdos perduran. No olvida las imágenes de cuando todavía tenía cinco y le pedía a su papá que le comprara un autito de juguete para jugar. Ante tal petición, su padre le respondía: “Hijito, cuando seas más grande te voy a comprar uno de verdad para que manejes y nos lleves a pasear por todo el pueblo”. El niño se dormía con esa ilusión.

Sin embargo, su padre falleció a causa de una neumonía crónica, ya que trabajaba en las minas.

Ante esa circunstancia, la madre de Carlos decidió migrar a la sede de Gobierno en busca de mejores oportunidades laborales. Fue así que consiguió empleo en una fábrica de ladrillos y su hijo mayor tuvo que acompañar a su madre en su nuevo trabajo.

En un principio sólo se encargaba de avisar la hora de la comida a los trabajadores del lugar, pero con el transcurrir de los días empezó a limpiar ladrillos y a alistarlos para meterlos al horno para su cocción, así aseguraba un ingreso extra para su familia.

“Veía cómo era el trabajo que hacía mi mamá. A veces lloraba y maldecía la muerte de mi papá”.

Ante esa impotencia, tomó la decisión de dejar el colegio y apoyar la manutención de sus hermanos. “No importa que haya dejado el colegio, sólo quiero ver que mi mamá no sufra y no falte nada en mi casa ni a mis hermanitos”.

A sus 10 años,  sus compañeros de trabajo le decían: “Ya eres competencia”. Él se sentía orgulloso y comenzó a ser parte de ese mundo adulto, se sentía uno de ellos, no había tiempo para jugar con los niños de su edad y ya había olvidado cómo eran los juegos, sólo quería crecer rápido con la idea de que los adultos ganaban más dinero y de esa forma aportar más a su hogar.

Los datos. Los resultados de un estudio que realizó el Centro Boliviano de Investigación y Acción Educativas (Cebiae) sobre la situación del trabajo infantil en El Alto muestran que de cada 100 menores de 14 años, 21 son voceadores, 12 realizan trabajos del hogar, nueve son meseras, seis son niñeras, cuatro son ladrilleros, dos son soldadores y 46 menores hacen otros trabajos.

Según el informe, alrededor de  800.000 menores de 14 años ejecutan trabajos peligrosos, ya sea por la naturaleza de la ocupación o por las condiciones en las que trabajan. De ellos, 354.000 están ubicados en el área urbana y 446.000, en el área rural.

El estudio expresa que la mayoría de las actividades laborales en las que se desempeñan los menores corresponden al sector informal, puesto que su inserción incrementó durante los últimos años, cuando las familias con menores ingresos fueron las más afectadas, factor que obligó a que todos los miembros tengan que colaborar con ingresos para atender sus necesidades comunes.

los voceadores. “Ceja, Electropaz”, son algunas de las rutas que anuncia P. G., de 11 años, quien tiene que soportar la lluvia, el viento, el frío y los rayos solares para ayudar a su familia.

A pesar de que sus gritos molestan a los peatones, él no se detiene y continúa su griterío hasta conseguir que el minibús se llene de pasajeros. A diario, su jornada laboral comienza a las 07.00 y se prolonga hasta las 19.00.

Ante los resultados del estudio, el Cebiae concluye que la condición de pobreza permite vulnerar los derechos de niñas, niños y adolescentes trabajadores, pues los empleadores aprovechan la falta de formación e información de ellos y de sus familiares para darles remuneraciones bajas y jornadas labores extendidas.

Los horarios de trabajo de los niños y adolescentes infringen las normas. de las leyes actuales que establecen ocho horas y prohíben el trabajo nocturno para menores, éstas no se cumplen debido a la compleja realidad de los menores, ya que a veces trabajan por más de 10 horas diarias.

90 por ciento de los niños y niñas trabajadores realiza sus actividades laborales en horario diurno.// La Prensa

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