Seis de cada 10 personas inicia su vida laboral antes de
cumplir los 15 años en la ciudad de El Alto, según un análisis que hicieron dos
investigadoras del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario
(CEDLA) sobre los jóvenes, la educación y el trabajo en esa urbe.
Las investigadoras del CEDLA, Silvia Escobar y Giovanna Hurtado
sostienen que “contar con un ingreso propio o con uno que permita contribuir con
su trabajo al ingreso del hogar, se convierte en una necesidad apremiante para
gran parte de los jóvenes. Es por esta razón que comienzan a trabajar a muy
temprana edad, y generalmente lo hacen en forma simultánea a la asistencia
escolar (seis de cada diez inician su vida laboral antes de cumplir los 15
años)”.
En el análisis establecen que existe un difícil tránsito desde
la escuela al trabajo. La temprana inserción en el mundo del trabajo llega a
determinar el tipo y la calidad de los empleos a los que acceden durante el
resto de su vida activa, a pesar de los grandes esfuerzos que hacen para mejorar
su educación.
Enfrentados a un mercado de trabajo con baja capacidad para
generar empleos y mejorar su calidad, los sueños y las expectativas que tanto
los jóvenes como sus familias han ido alimentando pocas veces se cumplen. Debido
al atraso tecnológico de su base económica, los requerimientos de fuerza laboral
en el municipio son principalmente para cubrir puestos de trabajo que requieren
bajas calificaciones para su desempeño.
Entonces,
cabe preguntarse, ¿para qué estudian los jóvenes de El Alto, si no podrán
encontrar empleos acordes a su nivel de formación?, al menos no en su municipio
de residencia. Y quizás esta sea la razón por la que un importante número de
ellos busca emplearse en otras ciudades mantienen la expectativa de salir del
departamento o del país.
Según el último censo, la población joven de la ciudad de El
Alto es de 182.000 personas que conforman el 21,5% del total, con una relación
de 93 hombres por cada 100 mujeres. Actualmente, se encuentra entre las ciudades
más expulsoras de jóvenes en transición a la vida adulta (20 a 24 años), los que
se ven obligados a buscar oportunidades laborales y de vida en otros lugares del
país, pero cada vez más en el exterior.
El Alto ha tenido como fuente de su crecimiento demográfico a
los grandes flujos migratorios, originados en su entorno rural, en los centros
urbanos del Altiplano y en la propia ciudad de La Paz, que se dirigieron a esta
urbe con la expectativa de encontrar oportunidades de trabajo, lograr una cierta
seguridad en los ingresos y el acceso a servicios básicos.
El otro elemento de valoración que ha cobrado relevancia en los
últimos años es el grupo los jóvenes que ni estudian ni trabajan –que ha
recibido el denominativo de NI-NI– ha venido generando preocupación por la
marginación que sufren de los principales mecanismos de integración social: la
escuela y el trabajo.
El fenómeno de los NI-NI afecta a uno de cada 10 jóvenes en El
Alto. Son 20.820 personas, que en su mayoría tienen entre 20 y 24 años, cuando
más necesitan lograr su independencia económica porque están próximos a
constituir sus propios hogares; son generalmente jóvenes de clases medias, pues
los más pobres no pueden darse el lujo de permanecer inactivos cuando ya no
estudian.
Son mayormente mujeres que no han podido encontrar trabajo y
dejan de buscarlo, refugiándose en las tareas del hogar, como única opción a
falta de condiciones para estudiar o trabajar y la mayoría tiene un nivel
educativo equivalente a la secundaria completa o más. La falta de oportunidades
sería la causa para que no estudien ni trabajen.
Educación
Debido a la importancia que la educación adquiere como vehículo
de movilidad social, los jóvenes y sus familias realizan grandes esfuerzos para
mejorar sus niveles de escolaridad que se han traducido en una leve variación en
el promedio de años de estudio hasta 11,4 en estos últimos años. Esto se debe a
que todavía enfrentan problemas de desigualdad en su acceso y permanencia en el
sistema educativo, más allá de los que se presentan en la calidad.
Las investigadoras explican que si bien la mayor parte de los
adolescentes (15 a 19 años), ha aumentado su permanencia en el sistema
educativo, los jóvenes de 20 a 24 años alcanzan una media de 12,7 años de
estudio, apenas por encima del equivalente al bachillerato. Se ha comprobado que
después de concluir la secundaria, solo la mitad de los jóvenes continúa en el
sistema educativo formal (nivel técnico, superior o universitario) y esta
proporción disminuye al 25% entre los que pertenecen a hogares con menor nivel
socioeconómico. Además, la proporción de jóvenes que logran obtener titulación
en la educación superior es extremadamente baja –uno de cada tres que asiste a
este nivel– con una composición de seis hombres por cada mujer.
Lo que muestra la exclusión de la que son objeto en un marco de
ausencia de políticas públicas efectivas de promoción de la juventud, un aspecto
que lleva a la reproducción generacional de la pobreza, además de suscitar el
desaprovechamiento social de sus capacidades y potencialidades para contribuir
al desarrollo del municipio, en análisis fue planteado en el marco de su XXXI
aniversario de esta ciudad.// ANF
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