En 37 años de producción intelectual en El Alto se publicaron al menos 500 libros, según un cálculo de la Sociedad de Escritores de El Alto-Bolivia (Sodealbo). El primer texto sobre la ciudad fue editado en 1979 y el auge se produjo entre 2000 y 2012. La producción tuvo tres momentos importantes, describió el presidente de Sodealbo, Beymar Montoya, quien aseguró que El Alto poco a poco se constituye en un bastión de promoción cultural.
La primera etapa para la producción intelectual en esta ciudad, plasmada en libros, se dio desde la década de los 80 e inicios de los 90. En esta fase los escritores fueron motivados por el urbanismo y el desarrollo. La ciudad prometida, de Godofredo Sandóval, de 1979, fue el primer documento que se publicó.
En los años 90, la Iglesia Católica y las organizaciones no gubernamentales (ONG) produjeron bastante material impreso sobre servicios básicos, salud, saneamiento, entre otros temas ligados a su labor y su enfoque de trabajo.
CATÁLOGO. De 2000 a 2010 se escribió mucho sobre movimientos sociales. En esta etapa se llegó a escribir casi el 50% de lo producido en estos 37 años, ya que se publicaron 200 títulos sobre esta temática. Una tercera fase va de 2010 hasta la fecha. “Últimamente hemos visto que El Alto ha cobrado importancia en literatura más contemporánea, poesía, narrativa, cuento, novela, entre otros”.
En 2012, miembros de Sodealbo desarrollaron un catálogo de publicaciones y, según Montoya, esta ciudad es una de las que más edita textos en el país. “Ese año publicamos 36 libros, lo que provocó tener una agenda cultural saturada y durante muchas semanas los fuimos presentando. La comparación la hacemos con La Paz y Santa Cruz, que es donde también se produce”.
Así surgió El Alto tenaz, una obra en la que participan Xavier Albó, Beymar Montoya, Rosa Rojas, Héctor Luna, Mónica Jiménez, Félix Escóbar, que es una de la más recientes publicaciones.
La socióloga Golda Calla, quien escribió Principios fundamentales de la racionalidad andina y su influencia en la organización y estructuración de nuevas redes sociales y económicas, explicó que en El Alto se puede rescatar mucho a través de los rasgos culturales y sociales, además que los documentos tienden a ser en su mayoría históricos y sociales. Pidió el apoyo de la población y las autoridades, pero también de las universidades y unidades educativas para impulsar la producción intelectual.
UPEA promovió 37 revistas científicas y unos 40 textos
Desde 2011 la Universidad Pública de El Alto (UPEA) publicó 37 revistas científicas y cerca de 40 libros de sus 35 carreras. El director de Ciencia y Tecnología, Óscar Cubero, confirmó los 37 ejemplares, aunque aclaró que no todas las carreras llegaron a publicar en esta área.
“Algunas han sobrepasado cinco textos y otras no han logrado sacar nada”, remarcó. Historia de la Universidad Pública de El Alto, presentado en 2006, fue el primer documento sobre la UPEA, escrito por Reynaldo Medina y la Sociedad de Escritores de El Alto-Bolivia (Sodealbo). Hasta antes de ese año, la UPEA no contaba con producción intelectual.
El presidente de Sodealbo, Beymar Montoya, indicó que se apoyó en 2008 a un estudiante de esta casa de estudios, al que sus docentes le negaron publicar porque ellos no tenían libros de su propia autoría. Entre todas las instituciones de educación superior en esta urbe, la UPEA es la que más aportó al conocimiento. Son al menos 40 libros los que se publicaron, sin tomar en cuenta las tesis de grado de los universitarios.
Falta apoyo para los escritores de la ciudad
Escritores de El Alto coincidieron en señalar que hay una ausencia de apoyo a la producción de libros. Lamentaron que las autoridades nacionales y municipales no vean la importancia de generar conocimiento a través de éstos. Quienes deciden aventurarse a escribir un texto, publicarlo y venderlo, asumen un gran reto. Estas personas son además “librepensadores” y “cuentapropistas”, según Beymar Montoya, presidente de la Sociedad de Escritores de El Alto-Bolivia (Sodealbo). “El trabajo literario en El Alto es así, son tres niveles que asume un investigador para publicar su obra, y con dificultad”.
Primero, la investigación es algo que se financia el propio escritor, luego éste debe afrontar los altos costos para publicar un libro (para un tiraje mínimo el costo llega a $us 1.000) y por último debe gestionar la venta. “Muchas de las librerías no reciben los textos de estos autores, porque como lo han hecho por su cuenta, carecen de registros; además, las librerías son comerciales”.
Según la escritora Mónica Jiménez, hace falta el apoyo desde las universidades, ya que los docentes que no publican se oponen y refutan la producción de los estudiantes. Sus colegas coincidieron en señalar que hay cierto prejuicio sobre El Alto, aunque la realidad muestra que en esta ciudad hay gente valiosa que aporta con ideas, saberes y conocimientos sobre su área.
‘Sin terminar el colegio me lancé a escribir libros’: Eusebio tapia Aruni. Escritor y autodidacta
Yo soy autodidacta, llegué a cursar hasta el 4º curso de primaria, luego dejé el colegio por razones y motivos personales; pasaron los años y fue muy dificultoso publicar mis primeros libros. La guía de organizaciones sindicales, en 1982, la redacté después de haber regresado de Europa, de la denominada Unión Soviética.
A pesar del temor de haberme equivocado, de pensar que podían existir muchos errores en lo que redacté, lo presenté y fue muy grato saber que nada de eso ocurrió, y que fue recibido por los lectores de una forma altamente positiva.
En 1997 publiqué Piedras y espinas en las arenas de Ñancahuazú, que es un texto que relata mi participación en la guerrilla de 1967, junto a Ernesto Che Guevara. Carlos Mesa me invitó a una entrevista y me sacó del anonimato; en estos 15 años he llegado a publicar al menos 100 temas. Estoy escribiendo otros cuatro temas, que quizá para el próximo año los voy a publicar; seguiré en esta tarea y pasión.
‘Escribí sobre octubre y el amotinamiento de la sociedad’: Rosa Rojas García. Abogada
Descubrimos que la gente comenzó a levantarse, en voz y acciones, por la falta de trabajo y la falta de atención del Gobierno, por ello escribimos la obra Estructuras de movilización en El Alto. Este libro se refiere a los movimientos sociales, maestros, choferes, entre otros, y su amotinamiento como sector en esta ciudad, y luego su expresión de rechazo a las políticas y formas de manejo del país, por ello se ven huelgas, marchas.
Éste es un aporte histórico social de cómo estaba antes Bolivia, en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, y después de su salida y escape a Estados Unidos.
La investigación con base en nuestros conocimientos es más fácil, podemos tardar hasta un año, eso dependerá de cómo nos movamos. Lo difícil es llegar a la etapa de publicación; escribimos a pulso, con notas, tienes todo listo, pero cuesta sacarlo económicamente; hace falta el apoyo de autoridades o empresas. Para imprimirlo uno debe sacar sus ahorros.
‘Yo ya tenía relatos guardados en gavetas’: Mónica Jiménez Mancilla. Escritora y periodista
He vivido toda mi vida en El Alto y supongo que en algún grado eso influyó para que desde pequeña me interese por las letras. Antes, durante mi adolescencia, en esta ciudad se incentivaba muy poco la lectura y por tanto la escritura. Hoy eso ha cambiado, pero siempre hay dificultad cuando se trata de producción intelectual. Con dificultad me refiero sobre todo al reto de tener tu producción publicada y la llegada a medios y círculos poco accesibles.
Comencé a formar parte de la Sociedad de Escritores gracias a la publicación de 2008, que hice acerca de la vida del padre Sebastián Obermaier. Por ese tiempo trabajé también en una revista en la que se nos permitía realizar mucha crónica y periodismo literario.
Para ese entonces ya tenía muchos relatos (narrativa) escritos y guardados en gavetas. Tuve la oportunidad de publicar cuentos en una antología que se llamó Cuentos con altura; ese libro salió junto con una revista de investigación social que se llama Surge El Alto tenaz.
‘Vivo más de 30 años en El Alto’: Beymar Montoya Villa. Abogado y sociólogo
Nací en Potosí en 1979, pero vivo en El Alto más de 30 años, por lo que conozco su realidad y me considero muy alteño, es una cuestión de identidad con esta urbe.
Tengo 15 títulos publicados y algunos artículos en revistas nacionales e internacionales; de los que llamaron la atención están: El despertar de un pueblo oprimido de octubre de 2003, Historia de la Universidad Pública de El Alto y Surge El Alto tenaz. Creo que mi mayor aporte tiene relación con los movimientos sociales en la urbe.
Editamos la revista Alto parlante en sus cinco números, en dos de ellos salen artículos míos, uno sobre jóvenes en esta ciudad y otro sobre movimientos sociales. Definitivamente hay poco apoyo a los escritores y productores intelectuales de la ciudad. La producción intelectual literaria, bibliográfica y científica en El Alto ha tenido tres momentos, pero nunca tuvo apoyo.// La Razón
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