Cada mañana, cientos de niños van a pasar clases a la unidad educativa Virgen del Socavón y todos los días deben cuidarse de los perros del lugar, de no salir de los límites del colegio, más de mil metros cuadrados (porque el terreno no tiene muro de cerco) y cuidar de que las sillas y mesas que trajeron de sus casas a inicio del año escolar no se pierdan.
Este establecimeinto educativo se encuentra a 50 minutos de la Ceja y su único distintivo es una bandera boliviana que flamea en lo que parece ser una obra en construcción.
Los pupitres escolares no alcanzan para todos los estudiantes, casi la mitad de los niños se trajeron mesas y sillas de sus casas. Los ocho profesores del centro educativo no tienen en qué sentarse porque no cuentan con asientos como los menores.
Además, algunos docentes también cumplen con más de una función, por ejemplo, una sola maestra dicta las materias de religión y música.
O la directora, que dicta clases para segundo básico. "Pagamos a algunos profesores, cada mes a cinco bolivianos”, explica el presidente de la junta escolar, Boris Vela en declaraciones a Página Siete que visitó el lugar.
La unidad educativa tiene ocho ítems para 250 estudiantes que llegan de diferentes zonas.
Los padres de familia hacen también de regentes, ya que se turnan para evitar que los estudiantes salgan a la calle.
Un chaleco de tela verde con la leyenda "Guardia Escolar” los distingue, algunas madres controlan el perímetro con sus bebés en brazos. Ellos vigilan varios metros a la redonda, donde un límite imaginario divide la escuela de la calle.
"Se han reportado secuestros e incluso a veces los niños se pierden y aparecen en zonas alejadas”, cuenta el dirigente.
Algunos menores salen solos. Maribel A., una pequeña de 11 años, camina alrededor de 40 minutos para llegar a la escuela. Generalmente sus papás la acompañan, pero cuando no pueden ella debe caminar con su hermana de nueve años. "No había cupos en la otra escuela”, explica cuando se le pregunta por qué viene desde tan lejos.
Los porteros son los vecinos del lugar. Ellos también accedieron a prestar un ambiente de la sede social para facilitarles un aula a los estudiantes.
Dos cursos fueron otorgados por la Alcaldía, hace dos años, y los otros cinco fueron construidos por los padres.
Los niños pasan clases desde pre-kínder hasta sexto de primaria en esos ocho sitios. Hay baños, pero no hay agua.
El concejal encargado de la comisión de Educación, Óscar Huanca, dijo que estos dos últimos años el municipio aumentó la inversión para el área educativa de 30 millones de bolivianos a 48 millones de bolivianos, pero admitió que "no es suficiente” por el crecimiento vegetativo.
En la urbe existen más de 350 unidades educativas.
La autoridad edil garantizó que brigadas del Gobierno Autónomo Municipal estudiarán estos casos para trabajar en dichos lugares. Respecto al déficit de ítems, dijo que ese tema debe ser atendido al Ministerio de Educación.// Página Siete
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