El neoliberalismo considera contraproducente el excesivo intervencionismo estatal en materia social o en la economía y defiende el libre mercado capitalista como mejor garante del equilibrio institucional y del crecimiento económico de un país.
En la economía de mercado, los productores, vendedores y consumidores coordinan sus planes interactuando en el mercado. Toman sus decisiones maximizando las ganancias, en el caso de los oferentes, y maximizando las utilidad, en el caso de los consumidores. La producción, distribución y consumo, así como los precios y las condiciones de intercambio, se determinan exclusivamente a través de la oferta y la demanda.
El caso de El Alto es singular, no solamente por ser la ciudad de Bolivia que más exporta al mundo, sino porque actúa en el marco del liberalismo económico del comercio mundial donde intervienen compradores y vendedores en un libre juego de la oferta y de la demanda.
En la feria de la Villa 16 de Julio, de El Alto, que probablemente esté entre las más grandes del mundo, se tranzan, dos veces por semana, muchos millones de dólares en la más evidente forma de abierta economía de mercado, donde los precios de mercancías, de bienes nuevos y usados no están controlados por nadie. El Estado no interviene para nada en la regulación de precios. Allí conviven pequeños comerciantes informales (casi todos lo son), cuyos capitales a la vista,quién sabe si alcanzan a doscientos bolivianos, con comerciantes propietarios de edificios de muchos pisos, que realizan ventas por decenas de miles de dólares en un día; sin contar a los cientos se vendedores de vehículos. Allí todos los precios están establecidos por la oferta y la demanda.
Pero, El Alto, no es solamente la Villa 16 de Julio, sino que La Ceja y la avenida 6 de Marzo, de varios kilómetros de longitud, entre otros lugares, están llenos de comerciantes que se someten a la ley de la oferta y la demanda. Además esta ciudad es una etapa para muchos productos agropecuarios con destino a los mercados de la ciudad de La Paz, cuyas subastas se tranzan en una floreciente y abierta economía de mercado, al más puro estilo del Wall Street, no con papeles, sino con mercancías agrícolas a la vista.
La paradoja en El Alto está en que muchos de sus líderes son encarnizados y declarados enemigos del neoliberalismo y de Estados Unidos, en particular, donde va más del 50% de sus exportaciones, mientras que sus habitantes practican la economía de mercado, con todos sus defectos y virtudes, mejor que en cualquier ciudad de Bolivia y quién sabe si del mundo.
Opinión de Héctor Revuelta Santa Cruz; ingeniero civil, docente de la Facultad de Ingeniería de la UMSA.// Página Siete
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