Recién me he enterado de todo el debate que se ha originado a partir de la presencia de ciudadanos de El Alto en el MegaCenter de la zona de Irpavi en La Paz. Les dejo algunos de los diferentes artículos y opiniones al respecto para que al igual que yo saques tu propia conclusión.
LA “ASQUEROSA” ACTITUD DE LA GENTE QUE VA AL MEGA (por Daniel Paz Fernandez, el Chataspatas)
Los últimos días, han comenzado a florecer por las redes sociales diferentes artículos y opiniones sobre la actitud de la gente que visita el MEGACENTER de la ciudad de La Paz.
Todos estos artículos, hacen énfasis en lo poco civilizada y salvaje que es nuestra sociedad… perdón, la indiada venida desde El Alto quería decir. Porque todos conocemos sobre los intachables modales y ejemplares conductas que poseen los habitantes de la zona Sur.
Sin duda, todos estos indios deberían aprender de una vez y definitivamente que el MEGA no los pertenece, y tampoco la zona Sur. Nadie les dio permiso para venir a invadir nuestras calles y nuestros modernos centros comerciales. Además, para convertirlos en patios públicos del mundillo subdesarrollado del cual provienen.
Han visto la foto con las cholas sentadas en el piso del tercer nivel del MEGA, al lado de la entrada al Bowling? Qué horror!, no sé de dónde saca esta gentuza sus modales de quinta, para venir a reproducirlos en nuestros espacios.
Los últimos tres días, me he dado a la tarea de revisar los numerosos artículos y opiniones que se dieron respecto a este lamentable y reprochable incidente, del cual estos taras que no llegan ni siquiera a indios son responsables.
Unos verdaderos nuevos burgueses sin duda, y que mejor espacio que este foro para publicar un artículo mas al respecto.Pero un momento. Quiero aclarar que cuando me refiero al lamentable y reprochable incidente, y cuando habló de los taras que no llegan ni siquiera a indios, me refiero a la nefasta actitud de los habitantes de la zona Sur, que por alguna extraña razón se creen dueños del mundo, y los únicos seres lo suficientemente (in)maduros para dar lecciones de vida y cómo comportarse civilizadamente.
Claro, no debemos olvidar que todos estos comentarios provienen del paradigma de sociedad perfecta que es la zona Sur. Paradigma de perfección que deberían replicar todas los habitantes del planeta, para salir del caos en que se han transformado nuestras sociedades.
A continuación, citaré textualmente algunas de las opiniones más comunes que pude leer sobre este tema, reservando el anonimato de las personas que publicaron las mismas.
”Ya es el colmo está mierda! Ojalá sea solo una locura momentánea y luego se vayan !”
“(…) parece que ahora tenemos q cuidarnos como en la ceja de los ratas!!!”
“(...) quieren ser bien tratados? Pues que aprendan a comportarse, no se les pide mucho, sólo un poco de higiene y sentido común.”
“Q pena(…).se imaginan ustedes si tuviéramos playa????...Dios sabe lo q hace”
“Alguna vez vieron a un gringo o un khara haciendo tremenda porquería???? Sentándose a tragar en el piso de un lugar público?”
Y un larguísimo etcétera de comentarios y opiniones de esta índole.
La gran mayoría de la gente emplea frecuentemente las palabras “indio”, “hediondo”, “mal educado”, “gente asquerosa”, “cholos”, “cholas”, “malolientes”, “incultos”, “ratas”, “gente basura” y otro larguísimo etcétera, cuando se refiere de manera claramente peyorativa hacia los “otros” que parecen ser una raza de subnormales y de la cual debemos deshacernos lo antes posible.
Todas estas citaciones, y los diferentes adjetivos empleados de manera peyorativa podrían fácilmente provenir de la boca del héroe de las masas, el señor Carlos Valverde.En todo caso, provienen de bocas y mentalidades igualmente racistas, intolerantes y estrechas, que ponen en evidencia una vez más, que el tema racial y de inclusión social no termina de resolverse en nuestra sociedad.
Lo que me causa risa y a la vez náuseas, es la posición adoptada por la gente de la zona Sur – y me refiero a la zona Sur jailona de la cual provengo yo y mi familia. Esa zona Sur que va al Tenis y al Golf, y cuyos hijos están en el Franco, Alemán, SAS, Calvert, La Salle o San Ignacio entre otros. Esa zona Sur donde la gente respira un aire limpio, y donde lo más importante es saber dónde va a ser la previa de la fiesta de la Cárdenas. A esa zona Sur me refiero. –Esa zona Sur que difunde un discurso racista, discriminador, segregacionista y de intolerancia, tal como el que pregona el héroe de las masas, el señor Carlos Valverde.
Hace unos meses, el Llokalla publicaba un artículo sobre los móviles que impulsaron la elaboración de la ley contra la discriminación y el racismo. En dicho artículo, el autor justificaba que dicha ley era más bien una “disfraz” del régimen, para permitirle al señor Evo Morales enjuiciar a diestra y siniestra a aquellos que le faltasen el respeto.
No me cabe duda de que el redactor de dicho artículo, comparte los ideales del señor Valverde, y el de la gran mayoría de personas que comentaron últimamente sobre la invasión de los “otros” al MEGA. Lo cierto es, que dicha ley no tiene en lo absoluto el objetivo de escudar al señor Morales, ni a ningún presidente sea del color que fuese. Como jefe de Estado, el señor Morales y todos los jefes de Estado del mundo entero (sin importar el régimen, ideología u origen), poseen como máximas autoridades de sus países, instrumentos jurídicos que penalizan la subordinación y falta a la autoridad.
En Suecia por ejemplo, existen juicios civiles y penales contra gente que se manifestó de forma peyorativa e incitando a la violencia en septiembre y diciembre pasado, insultando al primer ministro, como a gente del radical partido de los demócratas suecos (ultra derecha xenófoba).
No se trata de libertad de expresión, como quiere hacernos creer el autor del anterior artículo. Se trata simplemente de tolerancia y respeto mutuo entre individuos al interior de una sociedad. Existe una diferencia abismal entre criticar al señor Morales por la sofocante corrupción del régimen, el nepotismo y la retardación de justica, que decir “Este narco-indio es un cholo ignorante”. Pero ni el señor Valverde, ni quien tuvo el desatino de justificar de manera tan irrisoria una ley a favor de la tolerancia y la inclusión social, parecen haber comprendido esta diferencia.
Volviendo al tema central, al escribir estas líneas mi objetivo es simplemente el de hacer un llamado de atención ante la reprochable actitud de la gente que va al MEGA. Esa gente que se cree dueña del mundo, y que posee modelos de vida “disque” ejemplares. Toda esa gente que en la realidad posee todos los defectos y malas costumbres que tanto critican, pero se jactan de ser perfectos y no oler a perro de Achachicala.
En los hechos (guardare en reserva igualmente los nombres de mis amigosƒ de la zona Sur con los que crecí y con los que comparto la mayor parte de mi tiempo), todas mis amistades mearon en alguna puerta durante una borrachera, vomitaron en lugares públicos, tiran basura y colillas de cigarrillos diariamente, van a Forum y Senses en auto mulas de borrachos y se enorgullecen de haberle escupido en la cara al “jacho” que los estaba multando, cuando en realidad no deberían tener permisos de conducción o estar en prisión preventiva por ser una verdadera amenaza y peligro para el conjunto de la sociedad.
Los grandes centros comerciales, aeropuertos internacionales, plazas públicas, estaciones de tren e incluso bibliotecas municipales de las grandes ciudades “civilizadas” como ser Paris, Berlín, Londres, New York y Estocolmo, están infestadas de gente que come por el suelo, tira basura y cigarrillos por todas partes, y duerme junto a montañas de botellas y restos de comida.
Ni hablar de los basurales en que se convierten algunos espacios públicos europeos, luego de “botellones” o fiestas paganas locales. Pero como son suecas, rubias y además tienen mini, está muy bien! Así además, algunos oportunistas pueden aprovechar la situación para sacar fotos sexistas, y jactarse de que estuvo saliendo con alguna de estas muchachas, mostrando lo maravillosas que son las sociedades del primer mundo.
Sin embargo, son incapaces de tolerar a gente de su propio país sentada en el suelo del MEGA, por el solo hecho de llevar pollera. Estoy convencido, de que si en lugar de ser los habitantes de la ciudad de El Alto quienes ocupasen el suelo del MEGA, serían comparseros de Equipetrol, o la jauría de chanchos que son los Sambos o San Simones, todo estaría bien, y nadie diría nada.
Si en lugar de ser las polleras alteñas, fuesen los seres “civilizados” de la zona Sur, los mismos que dejan los predios de “las Cholas” o las canchitas de San Miguel hechas una porquería después de practicar su aburrido y poco estético baile caporal, no habría ningún problema. Es más, seguramente hasta se tomarían fotos y selfies para mostrarle al mundo lo modernas y civilizadas que son sus vidas.
No se trata de justificar la idiosincrasia, ni los comportamientos sociales de las diferentes culturas del mundo. En este aspecto, es mil veces más reprochable la actitud irresponsable de la persona que va a Senses en auto, y pone en riesgo su vida y la de terceros, que las señoras de pollera comiendo pasankallas en la puerta del Bowling. De lo que se trata es de ser objetivo y autocritico, y reconocer los excesos y abusos en los comentarios de la gente que cree que por ir al MEGA, es dueña del mundo. (Tomado de El llokalla en Facebook)
Algunas reacciones…
Mandarinas y pasankallas en el Mega: Zonasureños rabian contra la presencia alteña en Irpavi
Ya es oficial –aunque muchos medios de comunicación, sobre todo los televisivos, hacen caso omiso a la temática–: los zonasureños de Irpavi se sienten invadidos. Todo gracias a la línea verde, ese “bendito” teleférico que ahora une a El Alto con el Reino Ario, también conocido Irpavi.
Una vez más, el gran “detonador” del debate fueron las redes sociales. Facebookeros que se quejan de la basura que deja “esa gente” en las jardineras, comentarios que hacen alusión a que “el Mega apesta”, hijitos de papá a los que no les gusta que en las afueras del Mega se hayan instalado algodoneros y puestos de pasankallas.
Hay un foto –ya viral– que ilustra el fenómeno: cuatro cholas sentadas en los resplandecientes azulejos del Mega Center, libres, ejerciendo su libertad como solo ellas saben: reposando su pollera sobre el lugar que les reclama sus piernas. La imagen usa como excusa tanto para celebrar el cuadro como para criticar a los “invasores”. Y los comentarios arrecian: “vuelvan a su pueblo”, “báñense”, “Mordor nos invade”.
Al respecto, la oligarquía paceña de las viejas familias ilustres toma el bastión de la urbanidad, por supuesto. “Cultura ciudadana”, reclaman. “Respeto al barrio”, piden. En apariencia, es un reclamo justo, o al menos razonable. Sin embargo, de lo que no hablan es del trasfondo de esas peticiones. El reclamo de la alta alcurnia devela una problemática que Bolivia arrastra desde su fundación: el temor a la pollera. Hay dos fotos que pueden ser pragmáticas para explicar eso: una es la de una chola vendiendo empanadas en las afueras del Mega Center; la otra es la de un algodonero ofreciendo sus productos en el mismo lugar. Quien posteó esas imágenes esa una de las “afectadas” por la “cochinada” emergente. En ambas fotografías, no se ve ni un solo rastro de basura. Piénsenlo: ¿qué tanto drama hay en que dos personas de procedencia humilde vendan sus productos –que probablemente son menos dañinas para la salud que las milkshakes de 20 bolivianos o las Rodeo de Burger King que venden en el centro comercial– o descansen su cuerpo en las inmaculadas paredes de Irpavi?
Es simple: a título de urbanidad, la high society de La Paz City defiende su terreno, un barrio antaño libre de la indiada y el cholaje cada vez más opulento del “Mordor” de los Andes. Su reacción es simplemente pintoresca. Ven al teleférico como un canal que trae seres extraños de un mundo que siempre trataron de obviar.
Si su preocupación fuese legítima, se organizarían y reclamarían a la alcaldía por más basureros o solicitarían a los dueños del Mega Center que las instalaciones se adecúen a la masividad de gente que ahora se entretiene en su predio. Pero no es tan simple. Lo que incomoda es otra cosa: que una chola, con sus dos wawas correteando por los lados, haga fila al lado de la esposa del descendiente de alemanas; que los estudiantes de la EMI deban viajar en el teleférico al lado de alteños que escuchan cumbia de sus celulares último modelo; que Irpavi ya no sea el último reducto de la casta aria de La Paz… eso es lo que incomoda.
Por supuesto, el tema debe ser abordado desde todos los puntos de vista. Pero hay algo innegable: El Alto, la piel morena, siempre molesta. Es así. Así será. Así fue. ¿Qué nos queda? Rebelarnos y organizar un apthapi con mandarinas y pasankallas en las afueras del Mega Center. Si. (Tomado de La Verídica)
Alteños en el Mega
La Línea Verde del teleférico ha posibilitado que miles de bolivianos que viven en El Alto puedan llegar de manera rápida y barata hasta el MegaCenter, ubicado en el barrio de Irpavi. Sin duda, los visitantes buscan lo mismo que los pobladores de la zona Sur: diversión, entretenimiento y variedad de comidas.
De esta manera, el maravilloso teleférico rompe así con la discriminación (una especie de apartheid sin alambre de púas) que aún se vive en Bolivia. Integra a La Paz indígena con La Paz criolla, a los guetos que separan los barrios “ricos” de los barrios de los pobres.
Todo esto debería alegrarnos. Compartir con otros bolivianos debería enriquecernos. Ver a una señora de pollera sentada a nuestro lado viendo el cine como ciudadana, disfrutando, riendo o llorando como nuestra igual y no como la cuidadora de nuestros niños debería llenarnos de contento.
Sin embargo, este hecho tan democrático y ejemplificador de que Bolivia está cambiando sorprendentemente se ha enturbiado con expresiones racistas (y por tanto ignorantes) de bolivianos que condenan al diferente.
El teleférico es un puente que nos debería unir. Un ciudadano inteligente que viva en La Paz debería ir con frecuencia a El Alto para enriquecerse viendo a los choletes, charlando con los alteños, conociendo sus entradas folklóricas, etc. Así descubriría que en esencia somos lo mismo y que tenemos muchas, pero muchísimas cosas que nos unen más que las que nos separan.
He vivido en El Alto (es uno de mis mayores orgullos), he bailado en sus fiestas, comido lo suyo, dormido con alteñas. Y estoy seguro de haber crecido como ser humano. No voy mucho al Mega, pero a partir de los comentarios que he leído, lo haré más a menudo. Y lo haré para regodearme de los tarados que no ven que Bolivia ha cambiado, para bien.
El derecho a la inclusión es uno de los más democráticos. Los revolucionarios del 16 de julio de 1809 prohibieron so pena de muerte que uno se refiriera a otro como chapetón, criollo, zambo o carbón del infierno (como se llama a los gringos).
Uno debía hablar del otro como en su calidad de ciudadano; es decir, de igual, al margen del color de la piel, de la cultura, de la manera de pensar y de ser. Esa es la Bolivia con la que sueño, llena de puentes, capaz de elevarse por encima de los prejuicios. ¿Y los que se nieguen a aceptarlo? Bueno, que se jodan por fachos. (Tomado de La Razón)
Otras reacciones…
Para terminar, les dejo esta imagen que encontré en Facebook que resume mi opinión…
PD.: “Nadie es tan puro como dice ser, nadie es tan correcto como cree ser, ni es tan perfecto como dicen que es”
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