Antes de morir llegó hasta la Vicepresidencia con un fajo de papeles. No estaba seguro de si en el edificio estaba Álvaro García Linera; tuvo suerte. Sebastián Obermaier Mayer habló unos minutos con el ‘vice’ y al final de la charla le dejó una carta hecha a mano y unos planos: era el diseño del Ratuki (rápido en aimara), el proyecto del distribuidor vial en plena Ceja de El Alto. Era su sueño, pero no tenía dinero para lograrlo. Un día antes de su deceso, llamó por teléfono a García Linera para preguntarle si había avances de su idea. Ese día no, pero hoy sí.
El distribuidor será un homenaje al sacerdote. Como ese proyecto, este cura dejó una docena de obras que están financiadas a largo plazo.
Obermaier nació en Rosenheim, Alemania, en 1934. Estuvo en Bolivia sus últimos 38 años de vida. Hizo un sinfín de obras, todas en El Alto, y dejó consolidados 12 proyectos. Dos ideas están sin financiamiento -una de ellas ya tiene el compromiso del Gobierno-, pero dejó una que no cumplió y que no necesita ni un centavo: la conversión del ser humano.
“Era su obra más importante. Él (Obermaier) quería que todos los bolivianos tengan un noble corazón, quería que se mejoren los sentimientos”, relata Gregorio Condori, director de la fundación Cuerpo de Cristo, la organización que fundó el padre Obermaier en El Alto.
Proyectos consolidados
Nada de lujos. Un viejo vehículo Nissan era su compañero. Los que lo conocieron decían que era un ‘loco’ al volante. Corría porque no quería perder tiempo. El coche, que alguna vez fue robado y luego recuperado, fue su principal herramienta para hacer sus gestiones.
El sacerdote fue humilde. Fanático del café y de la marraqueta paceña, alimentos que no podían faltar en su desayuno. Dormía poco, se acostaba a las 23:00 y estaba de pie a las 4:00. Falleció el 2 de agosto, a las 6:50. Ese día ya se había cambiado de ropa, ya había tomado su café y se preparaba para la oración. No pudo, un paro cardiaco lo mandó al cielo. La gente aún llora su partida, aunque él pidió que lo despidieran bailando, algo que no sucedió.
Pocos conocen su faceta de actor. En 2012 actuó en la película Virgen de Copacabana, donde interpretó a un sacerdote. El religioso financió el filme y se declaró un ‘devoto’ de la Mamita de Copacabana. Esta producción fue filmada en cinco municipios del departamento de La Paz. En una escena se lo ve tocando su guitarra, como lo hacía los domingos en su iglesia.
El sacerdote era un ícono en El Alto. Amigo de todos y un visionario. Además de sus proyectos consolidó un centenar de obras en esa urbe. El periodista Édgar Toro Lanza, que trabajó con Obermaier en su canal televisivo, recuerda que su sencillez era lo que marcaba la personalidad del religioso.
“Fue médico, dentista, arquitecto y obrero sin haber estudiado ninguna de esas profesiones y oficios. Hasta dicen que limpiaba las manchas del rostro de las mujeres con un tratamiento especial. Atendió casi 150 partos y extrajo gran cantidad de muelas. Nunca hubo reclamos y su pueblo prefería ir donde el padre antes que visitar a un médico”, recuerda el periodista.
Las obras en vida
Toro Lanza enumera sus logros. Construyó 71 templos en El Alto y casi una decena en el área rural; más de una veintena de centros educativos; diez viviendas en un barrio pobre alteño; siete centros de salud; edificó el Instituto Superior de Electrónica, Informática y Telecomunicación Santo Toribio en Villa Adela; organizó telemaratones para niños pobres en Navidad desde 1998; hizo funcionar la Escuela de Deportes en las disciplinas de fútbol, futsal, gimnasia, voleibol y basquetbol para niños y jóvenes a través de un convenio con el Viceministerio de Deportes y logró el Seguro de Salud para 200 niños a través del Seguro de la Banca Privada.
Nunca estaba triste, aunque hubiera sufrido algún inconveniente. Fue muy alegre, siempre jugaba y tenía una sonrisa impecable. Sus bromas las compartía con todos. Al momento de saludar, apretaba las manos de los varones y los hacía “pedir perdón”, según testifica el vicario Pavel Padilla, quien acompañó este último tiempo al padre Obermnaier.
“Nunca lo veías triste, siempre fue alegre. Todos lo saludaban y los que pagaban eran los varones, a quienes apretaba las manos hasta pedir perdón. Su entusiasmo contagió a todos los vecinos”, relata Padilla.
Los años de la dictadura lo comprometieron más con El Alto.
Fue detenido en el golpe de Luis García Meza por defender a sus ‘hijos’ y en el de Alberto Natush Busch ayudó a las víctimas de la brutal represión.
Silbador, disciplinado y con buen humor. Así lo recuerdan sus vecinos, sus ‘hijos’, como él los llamaba. “Si te parabas en la misa, el padre te llamaba la atención, te reñía, no podías caminar”, cuenta Rodrigo Cruz (54), poblador de Villa Adela.
Olga Mamani Chura (48) recuerda sus bromas, rememora su sonrisa, pero también su disciplina. “Jugaba con los niños, con los jóvenes. Corría con ellos, les silbaba fuerte para llamarlos”, evoca.
Nadie olvidará a Obermaier sosteniendo su balde con agua bendita y cómo bendecía a la gente con una escobilla. Prácticamente era una mojazón. “Los niños querían ser ungidos por el padre y corrían, era su forma de bendecir”, se acuerda doña Olga.
Amigo de todos los políticos, sean de la oposición o del oficialismo, trabajó con ellos por el desarrollo de El Alto. Evo Morales lo recuerda como un “amigo”. Fue a su velorio y reveló que Obermaier fue el único sacerdote que le dio la comunión.
Frente a sus restos, el mandatario tocó el féretro y se persignó. “Se fue un amigo, un obispo que luchó por los pobres”, dijo el presidente Morales.
Ratuki, sueño prometido
Como forma de homenaje, el jefe de Estado prometió el financiamiento para la ejecución del proyecto Ratuki, un distribuidor vial para la Ceja de El Alto. Reveló que García Linera tenía conocimiento del tema y que ahora se terminará con el estudio y diseño final.
Esa misma predisposición la tiene la alcaldesa de El Alto, Soledad Chapetón, que también recuerda a Obermaier como un ‘amigo’. Dice que como homenaje ayudará económicamente a los proyectos sociales, como los hogares de niños y de ancianos. Acota que no pondrá trabas para la construcción del viaducto Ratuki.
Otro proyecto de Obermaier es la construcción de bloques en el sector Forno, de El Alto. El sacerdote quería que en este lugar funcionen todos los ministerios con el fin de que haya mejor coordinación. Esta idea no tiene eco todavía.
No fue político y era uno de los impulsores de la Teología de la Liberación. No quería tener un cargo religioso en la cúpula del catolicismo, solo quería trabajar con sus ‘hijos’. Carlos Mesa, expresidente de la República, lo recuerda como un luchador y un amigo de los pobres. El también exmandatario Jorge Quiroga rememora los consejos que le dio cuando era gobernante. Samuel Doria Medina también le rindió homenaje y lo evoca como un gestor de ideas para el desarrollo.
Son muchos quienes le rinden homenaje, son muchas sus obras y es mucho lo que hizo por El Alto// El Deber
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